sábado, 21 de noviembre de 2015

Sanshiro (Natsume Soseki)

Natsume Soseki



Sanshiro es una de las primeras obras del gran e icónico escritor japonés Natsume Soseki. Escrita y publicada en el año de 1908, y publicada en España en el 2009 por la Editorial Impedimenta, en una edición preciosa, así como la editorial ha hecho con toda la obra de Soseki; “Sanshiro” refuerza parte del estilo que el autor empezó a crear y utilizar desde “Botchan”, con temáticas afines, personajes bellamente retratados en su individualidad y en sus relaciones, en donde se centra y retrata de forma magistral, la occidentalización del Japón en distintos aspectos, que se empezó a generar desde la Era Meji, que preciso cubrió hasta inicios del siglo XX, y que tanto rechazo y crítica despertó entre los intelectuales japoneses. Soseki escapa un poco de este debate, y casi al mismo tiempo que ocurre, crea estas bellas, entrañables y humanas historias, llenas de ironía, humor, belleza y sensibilidad. 

“Sanshiro” es un joven de pueblo que se traslada a la cosmopolita ciudad de Tokio para estudiar Literatura en la Universidad de Tokio. Durante ese año que convive en la universidad y en la ciudad, sufre tremendo impacto al encontrarse con una sociedad que está cambiando. Parte de ese cambio se representa en los personajes que llegan a su mundo, desde las chicas occidentalizadas con espíritus emancipados y libres, esnobs, científicos e intelectuales enfrascados en discusiones filosóficas y trascendentales, el profesor Hirota, y su loco, a veces lúcido y entrañable amigo, Yojiro, que lo meterá en un sinfín de problemas y aventuras. Sumado a esto, también conoce el amor, con Mineko, una joven muy particular y voluble, que confundirá mucho más la inestabilidad emocional de Sanshiro. 

La prosa de Soseki, como la de toda su obra, es sencilla, sútil pero al mismo tiempo profunda emocionalmente, hermosa y humana… narrada en tercera persona y nutrida en detalles y descripciones tanto humanas como físicas, dotadas con las mismas características, que hacen de cada lectura del autor, una experiencia entrañable, nostálgica y evocadora. No cuenta mucho imaginar, porque Soseki es venerado por Murakami, ha bebido mucho y de él, y porque Sanshiro es de sus obras de cabecera. Ves reflejados los espíritus de varios de sus personajes en los de Murakami, que preciso tienen esa similitud, ambos autores no fueron apáticos al cambio de Japón, sino que al contrario lo han descrito con perfección tal y como fue cambiando y se encuentra actualmente: con una gran influencia de occidente, pero con muchos aspectos que se mantienen arraigados, y que creo que tendrá que pasar mucho tiempo para que puedan ser totalmente excluidos, ya que preciso es parte de la esencia de esa cultura, la que la hace bella y entrañable, desde mi perspectiva.  

Sanshiro es el personaje central, es reflexivo, dubitativo, errático… joven al fin y al cabo, jeje. Y durante todas las más de 300 páginas, los lectores se sentirán identificados con él, vivirán, se reirán y sufrirán un poco con sus avatares. Muy recomendado


8.5/10


Reseña de Kokoro


A continuación comparto algunos fragmentos y diálogos:


Yojiro: Cierto, dije que Mineko era temeraria. ¿Por qué lo preguntas?
Sanshiro: ¿Se puede saber que ves de temerario en ella?
Yojiro: No es nada concreto. Todas las mujeres modernas son así. Mineko no es la única. 
Sanshiro: Dijiste que era como un personaje de Ibsen, ¿verdad?
Yojiro: Lo hice.
Sanshiro: ¿A qué te referías?
Yojiro: Bueno… Es como un personaje de Ibsen, eso es todo. 
Sanshiro no estaba nada convencido de la respuesta de su amigo, pero decidió no seguir incidiendo en lo mismo. Habían dado andado unos pasos en silencio cuando Yojiro exclamó:
Yojiro: ¡Mineko no es la única chica que se parece a un personaje de Ibsen! En los tiempos que corren, todas las mujeres son así en cierto modo. Y no solo las mujeres. Cualquier hombre que haya aspirado la más mínima bocanada de la nueva atmósfera tiene algo ibseniano en su interior. Lo que pasa es que la gente no actúa libremente, como hacen los personajes de Ibsen. Por dentro todos ellos suelen sentirse bastante frustrados. 
Sanshiro: Pues yo no me siento frustrado.
Yojiro: Tú eres experto en engañarte a ti mismo. No existe sociedad que no tenga sus defectos, ¿no crees?


Hirota: (…) Algunas personas son amables de manera mecánica. Toma mis clases, por ejemplo. Lo único que pretendo es ganar algo de dinero para vivir, pero a mis alumnos no les gusta verlo de ese modo. Por ejemplo, Yojiro, el cabecilla de los granujas; Yojiro era un verdadero alborotador. Siempre me estaba dando problemas, me sobrepasaba; pero no había nada odioso en él. En realidad es un tipo adorable, como los americanos cuando se muestran tan brutalmente francos con los asuntos de dinero. Saben lo que quieren y se dedican a perseguirlo. Es lo más honesto que se puede hacer en la vida, y no hay nada tan inofensivo como la honestidad. La cosa más importante que nos inculcaron a los de nuestra generación fue la compostura: en consecuencia ninguno de nosotros sabemos abordar las cosas de manera honesta, sin teñirlo todo de afectación. 



(Sanshiro entra cuando un artista pinta a Mineko)
(…) Cuando entró al estudio Sashiro había sentido como si se estuviera internando en un banco de niebla. Con el codo descansando en la mesa, se rindió a aquel silencio, más cerrado que el de la propia noche. En el silencio estaba inmersa Mineko, y la imagen de esta que poco a poco iba tomando forma en el lienzo. Todo lo que se movía era el grueso pincel del artista. Se movía solo para los ojos del espía; para los oídos, todo seguía en silencio. El orondo pintor también se movía de vez en cuando, pero sus pasos carecían de sonido. 
Encerrada en su mutismo, Mineko permanecía completamente quieta. De pie en su pose, con el abanico en el aire, era en sí misma un cuadro viviente. Tal y como Sanshiro lo veía, Haraguchi no estaba pintando a Mineko; estaba copiando un cuadro ya existente, de misteriosa profundidad; utilizando toda su energía para plasmar una pintura mediocre a la que le faltaba, precisamente, lo que la modela derrochaba con tanta prodigalidad: sentido de lo profundo. Y aun así, en medio del silencio, la segunda Mineko se estaba haciendo incluso más presente que la primera. Sanshiro imaginó que entre estas dos Mineko discurría un largo tiempo de silencio que no había sido mancillado por el sonido de un reloj. (…)


2 comentarios :

  1. Me parece divina. Y ahora también tengo hanas de leer a Ibsen...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Recomendada Pri! Tienes que leer ambos, en especial a Soseki!

      Saludos!
      A.S.B

      Eliminar